Puntuación: 3 de 5.

Por razones profesionales pasé más de tres años sin escribir sobre una película dominicana, esto coincidió con un período donde el cine de la tierra de Duarte vio nacer obras muy importantes y que referían una clara evolución en una industria que han sigue pujando para definirse. AMIGO D del director Francisco Valdez es el primer filme de factura dominicana que voy a abordar luego de un largo receso. Fue precisamente otro filme de este director unos de los últimos que publiqué antes de la pausa obligada, “De Pez En Cuando”. Su opera prima sería esta y fue un paso en la dirección correcta con una propuesta de humor que reivindicaba un genero muy golpeado en la historia del cine dominicano. Ahora Valdez apunta las velas en otra dirección y se muda de género en AMIGO D. La presente se transcurre entre el drama y el trhiller psicológico.

Cuatro años pasaron hasta que Valdez nos regaló otro filme, al igual que en su debut dirige y escribe. La construcción de su discurso desde las historias separadas que se conectan vuelve a ponerse de manifiesto en AMIGO D. El hilo conductor de la historia es un misterioso personaje que interviene en la vida de nuestros protagonistas en momentos determinante de sus vidas. El dilema ético-moral y en ocasiones hasta de carácter religioso es el punto de partida para cada situación. Bruno Lastra es el responsable de encarnar al misterioso personaje que apenas conocemos como D, él es la carnada que los desventurados muerden de manera incauta. Todo discurre entre diálogos que evolucionan desde simples situaciones cotidianas a los dilemas existenciales más complejos. Valdez maneja con cuidado su puesta en escena y su realización es precisa. Tal cual vimos en su anterior obra el director cuida los detalles, fotografía, música, diseño de producción todo funciona sin contratiempos en AMIGO D.

El elenco se compone con caras familiares para el director y que ya probaron su efectividad en su obra debut. Hony Estrella se pone los zapatos de una mujer desesperada que se obsesiona con la infidelidad de su pareja. Josué Guerrero es un recién casado que ve su futuro oscuro y le aterra lo que se viene. José Luis Germán es un comediante con problemas de adicción y de dinero. Camila Santana es una joven de servicio doméstico que pondrá a prueba la lealtad de sus empleadores y Augusto Feria es un hombre que disfraza su pasado oscuro. Todos ellos son elementos volátiles que solo necesitan una pequeña chispa para combustionar y esa chispa es D (Bruno Lastra). Me quedo con esas almas en pena más que con el misterioso D. El trabajo de cada uno de los personajes que entran en contacto con el sombrío D es mejor que lo que ofrece Bruno Lastra. En ellos sí podemos ver la desesperación y el agobio con cada una de sus realidades, pero con D siento algo de vacío y carencia de profundidad en la maldad que debe destilar su personaje. Tengo que pensar en Pasolini y no para equiparar trabajos sino porque el director italiano le regalaría al mundo con su Teorema (1968) uno de los mejores personajes enigmáticos de la historia del cine. Terence Stamp y su “Visitante” debe ser una especie de paradigma o de referencia obligada para desarrollar a sujetos con bordes diabólicos.

AMIGO D es un filme que es su discurso mueve a la audiencia a cuestionarse y a confrontar los dilemas morales más inherentes de la humanidad pero que le falta punch. Por momentos se siente retórica, didáctica y nos deja deseando que la historia se encaminara por un sendero más oscuro y profundo.