Uno de los más grandes miedos para un padre o una madre tiene que ser el de perder a un hijo y si hablamos de que esto se materialice en forma de una desaparición repentina las cosas cobran un matiz aún más oscuro. Imaginen esta escena, están jugando con su hijo en el parque y en un abrir y cerrar de ojos… ya no está. Comienzas a buscar de forma desesperada y nada, se ha esfumado. No sé a ustedes pero a mí se me hace estruja el estómago. Pero tranquilos ARKANGEL tiene la solución, un fabuloso dispositivo que se inserta como un chip y con el cual pueden rastrear a sus hijos y pueden ver en tiempo real lo que ellos ven, mejor todavía pueden incluso bloquear lo que les cause estrés o las cosas que no deseen que ellos vean. ¿Magnífico no?

Si algo nos ha enseñado la fabulosa serie Black Mirror es que no todo lo que brilla es oro y que la tecnología lejos de construirnos un mundo mejor cada vez nos aliena más. Tal vez esa Marie (Rosemarie DeWitt), que nos regala Jodie Foster en el capítulo dos de la cuarta temporada de la mencionada serie, pensó al igual que muchos de nosotros que la solución de ARKANGEL era el remedio para proteger a su pequeña Sara (Brenna Hardig). Y más después de pasar el susto de su vida cuando Sara se desapareció en el parque hasta que fue encontrada sana y salva varias horas después. Razón suficiente para ir corriendo a implantar en el cuerpo de la chiquilla el dichoso chip salvador.

LA BURBUJA

¿Cuál es el límite de la responsabilidad de un padre o una madre?, ¿Dónde la protección interfiere con el libre albedrío? Nuestra querida Marie tenía todas las razones del mundo para llegar al límite de la sobreprotección (luego de su traumática experiencia) pero la tecnología llevó las cosas a otro nivel. Hay momentos donde cruzamos un línea y ya no hay vuelta atrás. Esa línea en la relación madre/hija entre Marie y Sara fue ARKANGEL. El dispositivo al principio útil e inofensivo se fue convirtiendo en una obsesión para la madre y en una especie de ancla a una realidad ficticia para Sara. Una especie de burbuja virtual que limitaba, a la primero niña y luego adolescente, de entrar en contacto con el mundo que le rodeaba y en cierta forma marcando de manera absoluta la forma como veía la vida.

DE NIÑA A MUJER

Los fantasmas del pasado hacen que la madre vuelva a destapar la caja de Pandora. Ya Sara no es una niña y ya sus inquietudes no son las de una niña, pero la ultra protectora madre leona ya hace tiempo que perdió los límites de la realidad y tendrá que recurrir a su “amiga” tecnología para “rescatar” a su hija. Lo que parece correcto vuelve a ponerse en perspectiva, de una inocente escapada de Sara se derivan consecuencias funestas y todo por el papel determinante de un dispositivo que hace las veces de ojo omnipresente y que le da a su madre información parcial en base a la cual toma una decisión absoluta.

Parece que no estamos ahí, que nos falta, que a lo mejor no vamos a llegar a tanto. Pero la verdad es otra, ya llegamos y ya lo estamos viviendo. El guion de Charlie Brooker tiene más realidad que ficción, es el cine imitando a la vida.

9/10


HPS