En Ash Is Purest White se esconde una interesante metáfora de un volcán dormido. Estamos ante una historia de amor, inusual, convulsa y destructiva. Zhangke Jia (A Touch of Sin) nos lleva en un viaje por una China de transformaciones, de migraciones y de cambios sociales que golpean con fuerza. Es mucho lo que tenemos que absorber y procesar, pues con su ritmo calmado el director intenta llevarnos por un período de tiempo que abarca más de 10 años.

En su primera parte y sobre todo con la secuencia inicial donde conocemos a Qiao (Tao Zhao) y a Bin (Fan Liao), el filme logra captar nuestra atención e incluso nos invita a descubrir que hay debajo de esta oscura relación. Bin es el líder de uno de los grupos de mafiosos de la ciudad y Qiao es su amante. A medida que nos internamos más en Ash Is Purest White vemos que Qiao es el balance de Bin y que ella puede llegar a límites insospechados para mantener su relación. Pero la narrativa resulta letárgica y aun cuando su cadencia nos permite contemplar en profundidad a los personajes y sus motivaciones, el ritmo nos resulta cansón. Las secuencias se alargan y nos encontramos                que sumen a la dinámica de la historia más bien le restan fuerzas.

Tal vez irregular sea una buena palabra para definir la línea de tiempo de esta película. Nos encontramos con momentos muy buenos pero que se opacan con algunos saltos cronológicos que nos llevan a un descenso en la intensidad. Entendemos que los mejor de Ash Is Purest White es el paralelismo que logra  Zhangke Jia con el amor truncado de Qiao y Bin y el volcán dormido que se erige ante nuestros protagonistas. A esto le podemos sumar las pinceladas que nos regala el director de los cambios sociales que atraviesa la China moderna con el desempleo de los jornaleros de la minería y otras industrias en crisis, así como también el contraste de las migraciones forzadas.

Tomemos ese mismo volcán que intimida con una inesperada erupción, eso mismo nos deja este filme. Esperamos y hasta ansiamos que todo el momentum que se construye termine en un clímax esplendoroso pero esa explosión nunca llega. Nos quedamos con las actuaciones de Tao Zhao y Fan Liao y la bella fotografía de Eric Gautier (Diarios de Motocicleta). Esto sin dudas nos ayuda a mantenernos a lo largo de Ash Is Purest White pero no es suficiente, a la película le falta fuerza y una chispa que detone la carga que se acumula.

7/10