Phil Jutzi sorprendió al mundo cuando en 1931 dirigió una adaptación de la novela de Alfred Döblin «Berlin Alexanderplatz». Jutzi se desempeñaba mayormente como director de fotografía, eso era lo que había hecho durante toda su vida. Algunos títulos inferiores como director durante la era del cine silente, era lo único que podía sumar antes de embarcarse en un proyecto tan ambicioso. Ambicioso porque se trataba de una de la novelas más importantes de la literatura alemana y porque su complejidad estética la había marcado como una obra muy compleja para ser llevada a la gran pantalla.
Por buena fortuna para Jutzi, el propio Döblin se sumó para trabajar el guión que sería llevado a la pantalla. Sin dudas el haber contando con el escritor del material original probó ser beneficioso al final. Para el director esta película se convertiría con el tiempo en una especie de testamento. Unos años después, con el ascenso de Hitler al poder, Jutzi dejaría de dirigir y se concentraría en trabajos menores como director de fotografía. Antes de despedirse le dejó de legado al mundo «Berlin Alexanderplatz», lo que serviría como base para que unos 50 años más tarde otro director germano, Rainer Werner Fassbinder, realizara una adaptación más completa de la obra de Alfred Döblin.
Lo primero que notamos cuando vemos la versión de 1931, es la mano precisa de un director de fotografía. 02_1120Jutzi prioriza ante todo el aspecto visual y estético de su filme, el movimiento audaz de su lente nos pone inmediatamente en contexto para enganchar con el ritmo de la historia. Lo primero que vemos es a nuestro protagonista Franz Biberkopf (Heinrich George), los diálogos son escasos, pero las imágenes nos lo dicen todo. Recién salido de prisión Biberkopf luchará por mantenerse alejado del mundo que lo llevó hasta ese lugar. Ahora todo parece ser diferente, el ritmo del mundo es otro y a Biberkopf le resulta difícil seguir el paso.
El trabajo de Heinrich George interpretando al desdichado Biberkopf es fabuloso, su presencia en pantalla abruma y tiene momentos brillantes. El representaba toda una clase obrera, él era el prototipo de los hombres que tuvieron que enfrentar la crisis de los años 20 en esa Alemania posterior a la primera guerra mundial. George logra de manera impecable poner en escena un personaje atormentado por su pasado, que se muestra inseguro de su futuro y que reacciona de manera violenta por el miedo que le arropa. Es él quien lleva en gran parte el peso del filme y es su energía la que motoriza todo.
La debilidad de la obra de Phil Jutzi, se encuentra en la forma como nos plantea su discurso. La imágenes en gran medida halan por él y por sus personajes, pero en ocasiones los diálogos sobran o pero aún redundan. Esto en gran parte del filme se minimiza por la fuerza visual, pero cerca del final  se acrecienta y el afán de proveer una luz, de arrojar una esperanza en medio de un panorama tétrico, resulta forzado y el discurso sobra. A pesar de que nos disfrutamos de la fragilidad con que Jutzi nos lanza su sermón final, sí nos parece una obra en conjunto de alto valor cinematográfico y de una importancia histórica irrefutable.
7/10
Ficha Técnica:

  • Dirección: Phil Jutzi.
  • Guión: Alfred Döblin, Karl Heinz Martin, Hans Wilhelm.
  • Reparto: Heinrich George, Maria Bard, Margarete Schlegel.
  • Género: Drama.
  • Duración: 82 min.
  • País: Alemania.

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HPS