Cuando en 2013 la serie Breaking Bad (2008-2013) llegó a su fin muchos fans entraron en una especie de duelo. La serie de Vince Gilligan marcó un hito en la televisión. El Walter White de Bryan Cranston se convirtió en una leyenda y sus andanzas con Jesse Pinkman (Aaron Paul) son hoy parte de la cultura popular. La llegada de Better Call Saul fue la respuesta a las hordas de fanáticos que elucubraban teorías de cual sería el primer personaje en ser adaptado en un spin-off. Material no faltaba pues cada uno de los personajes de Breaking Bad tenía suficiente trasfondo para sostenerse por sí solo.

Algunos abordaron con escepticismo el hecho de que fuera Saul Goodman (Bob Odenkirk) el elegido para el relevo. El pintoresco abogado, si bien determinante, no poseía los niveles de popularidad de un Jesse Pinkman o de un Gus Fring (Giancarlo Esposito). Lo que sí es cierto es que Odenkirk, después de Cranston, es uno de los actores con más herramientas dentro del elenco y también era la figura ideal para alinear las fichas en la historia de Gilligan que se desarrolla a modo de precuela.

SAUL GOODMAN

Además de las inevitables consecuencias de las acciones que al final hacen converger a Walter White y Saul Goodman hay otro hilo más fuerte que los ata. La esencia de estos dos personajes ebulle en ecosistemas diferentes pero la combustión tiene un factor común. Walter se convierte en Heisenberg en un proceso lento alimentado por la frustración, el trauma y en un sentido más profundo una obnubilación de poder. De igual manera Jimmy McGill hace el mismo viaje para transformarse en Saul Goodman. En apariencia las dos figuras centrales de Gilligan son pusilánimes despreciados por su entrono y cuando se encuentran contra la espada y la pared es cuando viene la reacción.

La profundidad de la historia y el detalle de los personajes fue la punta de lanza para el éxito de Breaking Bad. Aquí en Better Call Saul esa fórmula vuelve con la misma efectividad. Gilligan se toma su tiempo para moldearnos a ese Saul Goodman. Nos lleva a sus orígenes y nos hace conectar con ese Jimmy que deja ver detalles cruciales para lo que será su mutación. Bod Odenkirk se luce en su personaje, y aún cuando no tiene el escenario espectacular que le brindó a Cranston Brekaing Bad, se engrandece en una historia más pausada e introspectiva. A fuerza de actuación y con un guión brillante Better Call Saul logra ser intensa y divertida.

Better Call Saul

Jonathan Banks y Bob Odenkirk (Google images)

GUS FRING Y OTROS DEMONIOS

Si había alguna duda de que Better Call Saul debía ser la sucesora de Breaking Bad todo quedó despejado cuando la historia comenzó a posicionar todas las fichas. De manera precisa el guión de Gilligan va insertando a esas figuras que hicieron de la predecesora la serie que fue. El imponente Gus Fring, que poco a poco va cobrando importancia y cada vez que entra en escena hace subir los niveles de adrenalina. Hector Salamanca (Mark Margolis) y sus orígenes que nos dan una visión más profunda del universo de la serie predecesora. Y también Mike Ehrmantraut (Jonathan Banks) discreto y efectivo. Desde sus puntuales diálogos se convierte en una de las figuras más importantes y la actuación de Banks es de primera.

El alto nivel de producción se mantiene y desde el diseño de producción, la decoración de los escenarios, la música, la edición y hasta la impecable cinematografía todo el engranaje funciona a la perfección. Llegando a su quinta temporada Better Call Saul está trillando un camino para hacer su propia historia.

9/10