Definitivamente Gardel nunca estuvo preso, ¿por qué se le ocurra venir con eso de que veinte años no es nada?… A “Chinatown” de Roman Polanski le han pasado por encima más de cuatro décadas y eso es el doble de los que el popular Argentino refería como poca cosa. En el caso del cine los años sí pesan y pesan mucho. El tiempo se convierte en el más exigente de los críticos y puede hacer o destruir cualquier obra que se someta a su prueba. Les puedo asegurar que el reloj puede seguir caminando y el estatus de este filme permanecerá invariable. Tal vez es la estabilidad del triángulo que conforman Robert Towne en el guión, Polanski en la dirección y el viejo (bueno en ese momento no tanto) Jack Nicholson encabezando el elenco. Sin dudas esos tres pilares hacen de esta película una obra excepcional del cine.
Como todas las cosas grandes e importantes desde antes de que se gesten ya hay una historia que las precede. Con Chinatown podemos encontrar muchas, desde las peleas en el set entre Nicholson y Polanski hasta la historia de cómo el guionista Robert Towne rechazó una oferta de cientos de miles de dólares para realizar una adaptación de “El Gran Gatsby” y prefirió aceptar una suma muy inferior para escribir su propia historia. Pues así nació esta obra que hoy valoramos como un clásico del cine. Siempre que tengo que escribir sobre una película que tiene aroma de film noir me viene a la mente el nombre de un amigo y devoto cinéfilo, sé que los que se han topado con algunos de mis artículos deben conocerle y  me refiero a Oliver Oller. Con él me adentré en un género del cual sólo conocía la superficie y tal vez les canso con toda está cháchara con el sólo objetivo de buscar un punto de apoyo para contarles como el director le tomó prestado muchos de los elementos al muy mencionado cine negro. Eso es Chinatown, cine negro al estilo de Roman Polanski y Robert Towne.
Como suele suceder con las historias de detectives siempre llega un caso que parece simple pero que resulta ser máschinatown-1974-movie-still complicado que salir por las calles de Santo Domingo en un día lluvioso. El investigador de turno es J.J. Gittes y el caso del día una sospecha de adulterio, todo parece estar en orden en el paraíso, otro caso rutinario y dinero fácil para Gittes y sus colegas. Pero las cosas se complican cuando se suma la que se convertirá en la femme fatale de crónica, Evelyn Mulwray que está caracterizada por una impecable Faye Dunaway. Es con ella, como si de la misma caja de pandora se tratara, que llegan todas las desventuras de Gittes. Pronto nuestro querido detective se encuentra literalmente con el agua al cuello y por favor les pido que me crean cuando digo que es literal lo del agua. Pues si hasta aquí todo parece muy normal y se pregunta que por qué tanto cacareo con una historia que ya han visto un millón de veces les digo que tendrán que averígualo por ustedes mismos.
Polanski utiliza como vehículo los convencionalismos del cine negro para narrar su historia que en el fondo es más que un thriller criminal. El drama toma el escenario y es en esa línea donde los personajes marcan su paso. La aventura y la intriga siempre están latentes pero la fuerza dramática de la historia siempre se impone y hace que conectemos con cada uno de los personajes de los cuales podemos ver distintas capas. Casi sin darnos cuenta pasamos de una historia policíaca a un intenso e intrincado drama familiar. Como en toda buena historia la figura del antagonista se engrandece y llega en la forma de Noah Cross interpretado por John Huston, si ese mismo el del famoso Halcón y el Tesoro y también de la famosa Reina Africana. En esta corrida a Huston le toca pararse frente a las cámaras y ofrecerle al público un villano con todas las de la ley.
Chinatown es más que un lugar, vemos al personaje transfigurarse en más de una ocasión cuando escucha esa palabra. Es la metáfora de todo lo que nos limita, lo imposible, lo inevitable, lo que Jake quiere cambiar pero no puede. En pocas palabras es… olvídenlo es Chinatown.


10/10