El cine siempre ha tenido un efecto alucinante sobre mi mente. De alguna forma sus historias me atrapan y me envuelven hasta el punto que pasan a formar parte de mi ser. Los relatos se van acumulando en mi cabeza formando una gran maraña de cuentos e historias que con gusto llevo siempre conmigo.
Cuando estoy solo frente a la pantalla y las luces se apagan, me siento como el boxeador que sube al ring, a partir de ese momento estamos uno contra uno. La película comienza a tirar sus golpes y de alguna forma no intento evitarlos por el contrario, camino hacia ellos cada vez más. Para mí ver una película no es simplemente sentarse en el sillón y pasar el rato. La idea es más profunda más compleja, es adentrarse en ella y desmenuzar cada detalle, cada diálogo, cada fotografía. Tengo que repasarla una y otra vez hasta estar convencido de que ha valido la pena.
A cada cual le gusta el cine (o pero aún, no le gusta) por razones distintas, los hay de los que ven un películas como una forma de pasar el rato. Algunos sólo ven un  género en específico pues es lo que les place, otros van a la película sólo por el actor o una actriz y otros simplemente por que es la película del momento y hay que verla. Pero el que disfruta el cine de verdad y lo aprecia como arte no tiene que ver con género, actores o moda. El cinéfilo acepta cada obra como particular, la trata sin prejuicios, simplemente la aprecia y luego saca sus conclusiones.
Hay un pensamiento que siempre ha caminado en mi mente, desde la primera vez que lo leí, «El Cine es siempre mejor que la vida» frase del escritor y crítico de cine español (que vivió en México) Emilio García Riera. Un frase que siempre me ha puesto a pensar que lo que hace al cine mejor que la vida va más allá de sus historias, de sus cuentos de hadas y de sus finales felices. Lo que lo hace mejor, a mi entender, es su escencia y su capacidad de existir o no existir. Si la historia nos ha gustado pues para nosotros existe y hasta nos hacemos la idea de que eso le hasta nos podría pasar a nosotros mismos, por el contrario si no nos gusta la descartamos y la dejamos a un lado sin reparos ni remordimiento. En cambio en la vida el guión que tenemos o que escribimos no podemos descartarlo y pasar a otro mejor, tenemos que vivirlo y aceptarlo.
El cine es un mundo especial, que sin discriminación alguna nos perimite a todos vivir sus historias.
—–