Puntuación: 2.5 de 5.

En el arte de contar historias el tiempo es oro. Esos primeros minutos de interacción con la audiencia resultan vitales. Dos Mejor Que Una (que antes fue “Sol y Luna”) desaprovecha por completo los primeros minutos de metraje y no logra engancharnos. Es su guion, donde comparten créditos cuatro autores incluido el también director José Enrique Pintor (Pinky), su mayor debilidad. Esta comedia romántica coquetea con los argumentos ya conocidos en el género y por momentos pretende aventurarse por otros caminos.

UNAS VAN DE SOL Y OTRAS VAN DE LUNA

El telón se abre con Luciano (Freddy Ginebra) siendo entrevistado por su nieto Javier (Frank Perozo) para un trabajo documental que este realiza sobre los emigrantes. Es este preciso documental que embarca a Javier en un viaje a España para recopilar más material. La aventura llegará con una encomienda de parte del abuelo que envuelve a un viejo amor.

Para agregar más drama nuestro Javier tendrá que dejar a su novia Luna (Dalisa Alegria) justo en el momento que la relación atraviesa aguas turbulentas. Y si aún o tienen suficiente, a su llegada a España nuestro protagonista conocerá a Sol (Nerea Barros) quien pondrá su frágil mundo de cabeza. Es en este enredo amoroso donde Dos Mejor Que Una apoya toda su fuerza. El dilema amoroso de Javier y las complicaciones que vienen añadidas es el catalizador de esta historia.

Escena de Dos Mejor Que Una

Frank Perozo y Micky Montilla

UNAS MEJOR QUE OTRAS

En una comedia romántica se pueden dar dos cosas: la química entre sus personajes es perfecta o las situaciones que se crean alrededor de ellos son tan buenas que los personajes no nos importan tanto. Dos Mejor Que Una no logra ninguna de las dos. El tridente: Javier, Sol y Luna está desbalanceado, a Perozo se le nota cómodo en un rol que ha repasado muchas veces pero no ofrece nada nuevo. La ganadora del Goya Nerea Barros igual se nota de escuela en su papel de Sol y se muestra segura pero no natural. La historia Dalisa Alegria con Luna es la menos efectiva y su personaje nos lleva a recordar esas novelas mexicanas melodramáticas en exceso.

La única luz que destella es Rubén (Micky Montilla), el amigo y colega de Javier tiene un par de intervenciones que resultan muy efectivas. Funcionan de manera aisladas sus secuencias dentro del filme y rompen un poco la monotonía.

Los aciertos técnicos y el cuidado en la realización nos son suficientes para sostener el filme, el lastre de su endeble argumento es muy pesado.