En el universo de las series de televisión hay un antes y un después de Breaking Bad (2008-1013). Con El Camino su creador Vince Gillian busca cerra un círculo perfecto. Durante 5 temporadas y 62 episodios Gilligan y su equipo dieron cátedras de escritura y manejo narrativo. Podemos decir sin temor a equivocarnos que Breaking Bad es una de las series mejor escritas de la historia. Líneas argumentales sobraban para poder dar una continuación con los ahora famosos spin off. Así llegó Better Call Saul otra de la mente de Gilligan que va sobre el pintoresco abogado Saul Goodman (Bob Odenkirk). Pero lo que todos querían era saber más sobre el destino de Jesse Pinkman (Aaron Paul) luego del devastador episodio final.

En colaboración con Sony Pictures la cadena AMC se encargó de llevarle al mundo a Walter White (Bryan Cranston) y sus andanzas con Jesse Pinkman. Más tarde Netflix comenzó a comer del pastel y la popular serie terminó como parte de su oferta. Es bajo este nuevo esquema que se produce de manera tripartita El Camino: Una Película de Breaking Bad, el epílogo que exorciza los últimos demonios. Vince Gilligan apuesta todo para procurar un final épico para su Jesse Pinkman.

EL CAMINO

Conduciendo un Chevrolet El Camino 1978 Jesse Pinkman huye de la estela de desastre que dejó el encuentro de Walter y la pandilla del tío Jack (Michael Bowen). Justo ahí donde dejamos los eventos de Breaking Bad retomamos con El Camino. Física y moralmente destruido Jesse trata de mantener la compostura e idear un plan para escapar y perseguir una suerte de nuevo comienzo. En el proceso tendrá que hurgar en su pasado y recurrir a viejos secuaces al tiempo que la mente le juega malas pasadas con destellos del caos y el dolor reciente. El guión de Vince Gilligan se alimenta por obligación del legado de su obra y no puede vivir sin este aire, es menester conocer los caminos que recorrieron Walter y Jesse para engancharnos en este filme que se nos da como la consumación de las aventuras del singular dúo.

La analogía que se logra con el título es perfecta. Si hay algo que siempre estuvo latente en el personaje de Jesse Pinkman es la búsqueda de un camino. En el infierno que atravesaron juntos él y Walter podíamos encontrar chispazos de un hombre que ansiaba encontrar un norte y que por momentos era acogido como un hijo por su compañero de fechorías. Es ahora, cuando lo ha perdido todo, que Jesse encuentra claridad y decide emprender El Camino.

el camino

Aaron Paul (Google Images)

UNA ODA AL ADIÓS

El Camino trasciende gracias a lo que fue la marca de fábrica de la serie de televisión, el guión. El nivel de detalle de la escritura de Gilligan siempre ha sido motivo de asombro, esa misma precisión se manifiesta en dos horas y dos minutos de pura tensión dramática. El escenario se prepara para que Aaron Paul termine de consagrarse con el personaje que le acompañará por el resto de su vida. Nuestro Jesse tendrá que recurrir a un último truco de su viejo arsenal para conseguir su objetivo. Como en los mejores momentos de Breaking Bad aquí la audiencia tendrá poco espacio para respirar, sin efectismos o clichés gastados Gilligan propone un final digno y que encuentra los momentos precisos para los homenajes de rigor.

En este último viaje Jesse es un alma que busca algún tipo de redención, es ese vaquero solitario que cabalga hacia el ocaso lleno de incertidumbre. En el trayecto nos alimentamos con flashbacks que complementan muy bien la historia de El Camino. En esos atisbos del pasado los más fieles seguidores de la serie encontraran confort en una nostalgia que se justifica y que se suministra sin trastornar el presente.

Del equipo original de la serie aquí también tenemos a Marshall Adams (Breaking Bad) y Skip Mcdonald (Fargo, Breaking Bad). El primero haciendo gala de un impresionante manejo de la cámara y dotando al filme con una cinematografía poderosa y el segundo editando a la perfección para que la historia consiga el ritmo y la cadencia necesaria. Los planos siempre aportan más de los que los personajes nos cuentan con las palabras, la selección de ángulos hace que cada composición cuente una historia por sí misma.

GILLIGAN SIMEPRE GILLIGAN

Desde siempre Gilligan nos ha enseñado su cultura cinematográfica, ya fuere haciendo que sus personajes reciten directamente frases de los clásicos del cine, con planos majestuosos que evocan a los westerns o con referencias conceptuales. Esa huella de guiños adorna el universo de Breaking Bad y El Camino no es la excepción y vemos a Hitchock en la bañera o a Scorsese en alguno de sus registrados planos cenitales. En esta ocasión se luce en una secuencia que enfrenta a Jesse en un duelo como los clásicos del viejo oeste en una apuesta por el hombre que pueda desenfundar más rápido.

El Camino es la carta de despedida de uno de los personajes mejor concebidos en la historia de la televisión. Una posdata con la firma de Jesse Pinkman.

9/10