Puntuación: 4 de 5.

En mayo de 2019 una joven de 16 años se suicidó en Malasia luego de realizar una encuesta en la red social Instagram. La joven preguntó a sus seguidores si debía vivir o morir a lo que un 69% respondió a favor de su muerte. Historias como esta son cada vez más comunes, las redes sociales han trastornado la forma en cómo nos relacionamos y los más jóvenes han quedado atrapados en una vorágine de nuevos códigos y estándares que deben cumplir para encajar. El dilema de las redes sociales (2020) explora el impacto que han tenido en la vida plataformas como, Instagram, Facebook, Twitter y otras.

El director Jeff Orlowski se nutre de los testimonios de importantes figuras del mundo de la tecnología. Piezas claves en la creación y evolución del ecosistema de las redes sociales se confiesan frente al cineasta. La interrogante sobre cuál es el problema de estas comunidades virtuales se presenta como el hilo conductor que fija la base del documental. La otra pieza importante que complementa el discurso del filme es la opinión técnica de algunos expertos en las ciencias de la salud y la conducta humana.

Lo extraordinario y la desgracia

Para las nuevas generaciones es imposible concebir un mundo sin la permanente conexión a “la red”. Poniendo las cosas de una mejor manera les sería imposible imaginar una realidad sin el papel preponderándote de sus perfiles en las redes sociales. Para los que vivimos la transición de lo análogo a lo digital el nuevo mundo que Facebook, Google y demás secuaces han creado también presenta grandes desafíos.

Con una frase de Antígona, la tragedia de Sófocles, nos preparamos para mirar al lado oscuro de las redes sociales y la tecnología que les da vida: «Nada extraordinario llega a la vida de los mortales separado de la desgracia». La declaración del poeta griego parece venir como anillo al dedo para comparar como, junto con lo trascendente e importante de las nuevas tecnologías ha llegado un problema de mayor magnitud.

La precisión en el uso del lenguaje cinematográfico y la acertada edición nos exoneran de la monotonía que podría haber llegado con la sucesión de entrevistas que componen el documental. Orlowski encuentra la fluidez necesaria para derramar un montón de información sin abrumar y exponiendo con claridad sus planteamientos. Además del recurso de las entrevistas el director monta en paralelo una pequeña historia de ficción en la que ilustra a una familia promedio en la Norteamérica actual. Con esta herramienta podemos ir conectando los puntos y aterrizando las hipótesis de los expertos.

Los usuarios

Quizás la parte más alarmante de este documental es que nos hace enfrentar la realidad y nos muestra como las redes sociales están diseñadas para crear adicción. La dependencia y el deseo incontrolable de usarlas se puede comparar con los efectos de las drogas. No es el usuario, sino los algoritmos que hay detrás de cada una de estas plataformas y como los mismos están pensados para cautivar y esclavizar a los clientes.

“Sólo hay dos industrias que llaman usuarios a sus clientes, el narcotráfico y la tecnología” (Edward Tuffe)

Cada suscripción, cada clic, cada “me gusta”, cada emoción y cada comentario nos convierten en el producto de esas empresas. Somos el commodity del mercado virtual y el tiempo en pantalla es la medida que determina lo que valemos. Nosotros no usamos las redes sociales, ellas nos usan a nosotros.

El dilema moral que presenta para muchos de los creadores de las hoy más famosas plataformas de interacción social, debe movernos a profunda reflexión a nosotros los usuarios. Ese monstruo que crece a un ritmo vertiginoso y que les causa pavor a ellos, es el mismo con el que pasamos horas y horas de nuestros días.