Puntuación: 2 de 5.

“El dinero es un estiércol estupendo como abono, lo malo es que muchos lo toman por la cosecha.”

 Joseph Antoine René Joubert (1772-1843)

Los zombis fueron su carta de presentación, los muertos le dieron la vida. Luego de una carrera como director de vídeos musicales Zack Snyder debutó en el cine con Dawn of the Dead (2004), remake del clásico de horror de 1978. La versión original fue escrita y dirigida por el progenitor de los muertos vivientes George A. Romero. Snyder apostó en grande y triunfó, su versión fue un justo homenaje a un género que había perdido fuerzas. Agregando más acción y unos toques de humor negro los muertos volvieron a ser tendencia. Varios reyes Leónidas y superhéroes más tarde llega El ejército de los muertos (2021), cinta en la que visita un lugar muy familiar.

En su primera incursión en la tierra de los no vivos el director trabajo sobre el guión de Romero con una adaptación de James Gunn (Guardianes de la Galaxia). En esta ocasión tenemos una historia original de Snyder adaptada por él mismo con la colaboración de Shay Hatte (John Wick 3) y Joby Harold (Rey Arturo: La Leyenda de la Espada). Podemos decir que en su primer intento arrancó con cierta ventaja pues nadie mejor que Romero para lidiar con los hambrientos zombis. El componente social y la crítica política subyacen entre los cuerpos despedazados y los manjares de vísceras que se sirven los insaciables zombis. Siempre fue así en la obra de romero desde su debut con La noche de los muertos vivientes (1968) y eso se impregnó en la primera cinta de Snyder.

De la avaricia y otros pecados

Podemos decir que la piedra angular de la historia de El ejército de los muertos es la avaricia. El elemento catalizador es el dinero y el incontrolable impulso de nuestros protagonistas de conseguirlo sin importar las consecuencias. Scott Ward (Dave Bautista) es uno de los sobrevivientes y un héroe de un reciente mini-apocalipsis zombi que tuvo lugar en la ciudad de Las Vegas. Luego de la gloria pasajera Scott pasa sus días cocinando hamburguesas. Un buen día aparece Bly Tanaka (Hiroyuki Sanada) un multimillonario que le hace una tentadora oferta al buen Scott, en la bóveda de uno de los abandonados casinos yacen millones de dólares que deben ser recuperados antes de que el gobierno norteamericano lance un misil nuclear que acabará de una vez por todas con los indeseables zombis. Scott debe reclutar a su equipo y preparar una misión de alto riesgo, pero con una jugosa recompensa.

El ejército de los muertos

ARMY OF THE DEAD (Pictured) DAVE BAUTISTA as SCOTT WARD in ARMY OF THE DEAD. Cr. CLAY ENOS/NETFLIX © 2021

Además del peligro que representan los come cerebros Scott y su cuadrilla tienen ir en una carrera contrarreloj, si no los devoran los zombis la explosión nuclear los puede hacer polvo. Es así como Snyder prepara el escenario para engancharnos en la emoción del thriller y en ese terreno el veterano director conoce muy bien la forma y como combinar los elementos para brindar un buen espectáculo. La estética y la precisión de la puesta en escena no son asunto de debate. Snyder hasta pone su ojo en el lente y hace la labor de director de fotografía. Ya sea con sus clásicas secuencias en cámara lenta o en las relampagueantes secuencias de acción, siempre se muestra preciso y en control total. Es en el aspecto técnico donde el filme encuentra su punto más alto.

Mucha espuma y poco chocolate

El flanco más débil de este ejército son las historias de apoyo y el trasfondo de sus personajes. Como es habitual en este tipo de películas los personajes se introducen de manera rápida y sin abundar mucho en el perfil de cada uno. Con breves retazos del pasado toca al espectador construir las líneas de cada uno de los sujetos que entran en escena. En una película de género esto suele ser efectivo pues completamos los espacios en blanco con la experiencia que guardamos de filmes similares. El problema con El ejército de los muertos es que se desvía de esas líneas que plantea en el inicio y comienza a divagar en tramas paralelas que pretender explorar un lado más dramático.

Contrario al efecto refrescante y ágil que había conseguido en su primera película de zombis, aquí Snyder sucumbe ante los estereotipos. Nos deja un filme que, si bien se muestra muy correcto en su propuesta, se tambalea muy fuerte en su discurso y las soluciones que propone para resolver los conflictos del argumento. Coquetea con idea conceptuales interesantes como la de los gringos lanzando un ataque nuclear contra su propia tierra para destruir a la denominada “ciudad del pecado”. Pero al final es más de lo mismo, mucha espuma y poco chocolate.