El Gatopardo, un gran clásico del cine, ganador dela Palmade Oro en Cannes en el 1963, es una película basada en la novela del Príncipe de Lampedusa, un militar de alto rango, que dimitió de las Fuerzas Armadas cuando el Fascismo llegó al poder en Italia.
La acción se desarrolla en un periodo de grandes cambios en Italia. 1860, el país acaba de liberarse del dominio de Austria, para  dejar dos grandes ducados, la dinastía de los Borbones, dueños dela Siciliay Nápoles, y por otro lado,  el reino de Piamonte-Sardana.
Esta es una coyuntura histórica que narra dicha novela, retomada por el cineasta Luchino Visconti para mostrar, a través de la mirada del príncipe de Lampedusa, un mundo que decae, el de los leopardo y Leones que dará lugar al de los chacales, como lo dice el príncipe Salina.
El Príncipe de Salina, encarnado  de manera magistral  por  Burt Lancaster, es un aristócrata progresista, autoritario, desengañado, escéptico y lúcido, y pese a que solo tiene entre 45 y 50 años, no espera mas nada que la muerte, ya que no tiene mas ilusión sobre la política, la Iglesia ni tampoco sobre sus compatriotas o el amor que es como dice “un año de fuego seguido por treinta años de cenizas”.
Su sobrino, Tancredi, personificado por un brillante Alain Delon, es un aristócrata arribista, quien pasa del campo de Garibaldi al de Víctor Emmanuel, sin ningún  escrúpulo. Su tío no se deja engañar por su actitud, pero tampoco le impide su afán de posicionarse en el mundo que crece, tanto por el cariño que le tiene o por lo cambios inevitables.
Como lo  resume la frase clave enunciada por Tancredi al principio de la película que citará el príncipe durante una conversación con Chevalley, un emisario del nuevo poder: “Hay que cambiar todo para que todo quede igual”, dicho de otra forma, mejor unas reformas, que la revolución. Tanto así que el príncipe de Salina no tendrá ninguna objeción al matrimonio de su sobrino, con  la bella Angélica interpretada por Claudia Cardinale, hija única de un riquísimo terrateniente,  Don Calogero Segara, un plebeyo oportunista a quien el príncipe  desprecia profundamente.
La mirada del príncipe de Salina se sobrepone a la acción en la película de Visconti; es la de un hombre viejo, lúcido,  incapaz de esconder la realidad, y al final favorece los planes de un cínico.
Una temática de la película es la vejez, tanto la  de los hombres como la de las  naciones.
Otro elemento sublime de esta obra maestra, es la música que escuchamos al compás de cada escena compuesta por el gran músico Nino Rota.
La película, histórica para Visconti no es jamás una fiel reconstrucción: la atención que pone a la decoración, a los trajes y a los detalles contribuye a describir un arte de vivir perdido e imponer una trama imaginaria, por tanto no es un esteticismo vano.
Visconti mismo pertenecía a una de las familias más reconocidas de Italia, lo que no le impidió ser miembro del Partido Comunista. Enmarcado en un  cuadro histórico, la película presenta una visión política y concilia las dos caras aparentemente opuestas del director. Se puede pensar que el príncipe de Salina además  de ser el retrato del autor de la película El Leopardo, es  también el  portavoz de Visconti.
Por tanto, estamos ante un fresco histórico que trasciende el tiempo y el espacio y que debemos seguir trasmitiendo de generación en generación.
Ficha Técnica:

  • Título original: Il Gattopardo.
  • Dirección: Luchino Visconti.
  • Guión: Giuseppe Lampedusa (novela), Suso d’Amico.
  • Reparto: Burt Lancaster, Alain Delon, Claudia Cardinale.
  • Género: Drama / Historico.
  • País: Italia / Francia.
  • Duración: 187 min.
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Artículo escrito por Ingrid Grullón para la Revista CINEASTA.