James Whale fue el primero en darle vida a El Hombre Invisible en el cine. Su clásico de 1933 fue el segundo de los tres trabajos que hizo el director inglés para el universo de los monstruos de los estudios Universal. Frankenstein (1931) fue la primera y en 1935 realizaría su popular secuela La Novia de Frankenstein. La novela de ciencia ficción de H. G. Wells, que se publicara por vez primera en 1897, es el material original que Universal ha utilizado para levantar una de sus franquicias más rentables.

De un cosmos que incluye, momias, vampiros, hombres lobo y criaturas que emergen de lagunas, un hombre invisible es el que mejores dividendos ha pagado. La más reciente versión de El Hombre Invisible marca, de manera estricta, la adaptación número catorce. Si miramos todo el espectro el personaje ha sido puesto en pantalla en más de veinte ocasiones. El director Leigh Whannell (Insidius: Capítulo 3, Upgrade) fue el responsable de refrescar la cara de la niña linda del universo de horror de Universal.

El regreso de El Hombre Invisible

Justo antes de que un virus pusiera al mundo a vivir una verdadera película de terror, el filme de Whannell debutó en las salas presumiendo un modesto presupuesto de US$7 millones. En solo unas semanas ya había superado la barrera de los US$100 millones a nivel internacional. Una vez más nuestro traslúcido amigo demostraba su poder en la taquilla. En esta ocasión el filme se apoya en una historia que incluye la violencia doméstica y la tecnología para pretender a las nuevas generaciones.

En una lujosa mansión vemos a Cecilia (Elisabeth Moss) intentar un espectacular escape y pronto nos percatamos que huye de su esposo Adrian (Oliver Jackson-Cohen). En su introducción el guión, que firma el mismo director, nos explica el infierno que vivió Cecilia junto al controlador y abusivo Adrian. Entre el estrés post trauma y tratar de recuperar su vida se nos entrega una Cecilia a punto de quiebre, que funciona muy bien como víctima en este filme de género. En la otra cara, desde la omnipresencia, Adrian encaja muy bien como el villano de turno. Una vez entra en juego la figura del enemigo invisible la narración toma un ritmo que nos balancea entre el suspenso y el terror.

El Hombre Invisible

Elisabeth Moss (Google Images)

Convencional pero efectivo

Además de jugar por el libro de las películas de suspenso y terror, El Hombre Invisible agrega ingredientes que la hacen prevalecer. El subtexto de la mujer oprimida en una relación de violencia y que hace frente al hombre, funciona para justificar las acciones de la protagonista. Por otro lado, la historia hace uso de elementos de la ciencia ficción y la tecnología para que el efecto de invisibilidad resulte verosímil. Se logra un buen equilibrio entre el drama que moldea a los personajes y la acción que deriva del suspenso.

La composición de Benjamin Wallfisch (It, Blade Runner 2049) resulta vital para que el montaje logre su efecto y la audiencia quede a merced de las intenciones del director. Desde lo convencional y sin pretender demasiado El Hombre Invisible es una cinta efectiva que administra bien sus tres actos y nos lleva a un final impactante.

7/10