Por Smayle A. Domínguez Robles
Recuerdo cuando en clase de historia de la arquitectura, la profesora nos mencionó la importancia del Minimalismo en nuestra carrera, como rompió de raíz, liderado por el Modernismo, con años de ostentosidad y exuberancia en la estética arquitectónica. Y es que este movimiento, que surge en los años 60 del pasado siglo; se expandió a las demás vertientes del arte, con la simple consigna de reducir a lo esencial, de despojar de elementos sobrantes toda creación artística, además de agregar características como la repetición, la abstracción, el orden, la sencillez y la geometría lineal a su composición.
Aunque en el cine, la influencia del Minimalismo no está claramente definida, me atrevo a decir que el siguiente análisis puede arrojar luces para lo que puede ser considerada una película minimalista.
Persona de Ingmar Bergman es un filme del año 1966, que la crítica ha alabado por décadas y es considerado como uno de los grandes de todos los tiempos, por razones ya conocidas. Sin embargo, ignoro si en realidad la intención de este gran director era realizar una obra minimalista, dado el apogeo de esta corriente en esos años; pero es que desde su título en latín, una sola palabra, empezamos con lo mínimo. Algunos la consideran como tal, pero quisiera profundizar un poquito sobre esto.

Como arquitecto, siempre pongo cierta fijación en la puesta en escena y la dirección de arte de una película y esto fue lo que de inmediato llamó mi atención, noté la ausencia de utilería y la utilización de sólo los elementos que los actores usan en la escena. Por ejemplo, el acto en que Elisabeth (Liv Ullmann) observa aquellas imágenes desagradables en la televisión del cuarto del hospital; en el cuadro, sólo aparecen una cama, la televisión y aquella pared sobria donde la geometría y líneas puras se apoderan de la puerta y la cortina. El vestuario es mayormente caracterizado por la monocromía, los blancos y negros son recurrentes en casi toda la historia. Los peinados son simples y con pocos accesorios, el maquillaje es mínimo también, imperceptible diría yo. Sólo dos espacios son los encargados de contarnos esta trama, el hospital en la primera parte y la casa de la playa en la siguiente.
El guión, tiene similitudes con aspectos de la literatura minimalista, como el hecho de que el lector dicte significado y sea parte activa de la interpretación de la obra, la economía de palabras y la descripción. El personaje interpretado por Bibi Andersson (Alma) es quien lidera la mayoría de los pocos diálogos, acompañándolos con monólogos. Por el contrario, Liv Ullman interpretando a Elisabeth únicamente habla catorce palabras en toda la película, mayormente debido a su condición. La idea principal es llevada por los dos personajes mencionados anteriormente.
La musicalización de Lars Johan Werle,  si bien es puntual y utilizada magistralmente en las ocasiones idóneas, posee por igual características minimalistas. La repetición, éctasis (movimiento lento) y pulso constante, forman parte de Persona. Una simple muestra de esto, es el sonido invariable de la gota  de agua cayendo, que se utiliza al inicio del preludio y al momento de Alma leer la carta que Elisabeth le ha enviado a la doctora.
El contraste extremo es el eje fundamental de la increíble fotografía de Sven Nykvist, en algunos casos quedando la pantalla en una totalidad de la luz (blanco) y en otros en la ausencia de la misma (negro).  Nykvist da guiños de que se trata de lo simple, de esa idea o concepto en el cual visualmente sólo importan ellas dos y la relación psicológica de ambas; incluso en ese admirable plano secuencia en la playa donde Alma corre tras su ya “amiga”, se generan esos dos puntos focales.
A toda esta propuesta de manejar una historia con una simpleza y un punto de vista controversial para la época, se suma lo más importante, la magnífica dirección de Bergman, algo de esperarse de tal maestro. En esta película no tuvo ataduras, fue un impulso artístico que a muchos todavía nos emociona y como él mismo expuso una vez: “…por primera vez no me importó en lo mínimo si el resultado sería un éxito comercial…”. Las secuencias de imágenes que se presentan en  dos ocasiones en el filme, y van desde una tarántula hasta extractos de películas del maestro Chaplin, son muestra de que lo mínimo es suficiente. Una imagen genera una idea o concepto que dependerá de nosotros interpretar y/o juzgar de acuerdo a nuestras experiencias, cultura y todo lo que afecte nuestra forma de pensar. Lo sencillo se vuelve abstracto y este sueco no duda en involucrarnos.
Los tenaces, prolongados y repetitivos primeros planos, acercamientos, planos detalle y superposición de rostros crean ese vínculo en el que el trasfondo del dilema de sus dos protagonistas, es lo que único que nos importa. Algo interesante es que aunque en escena aparecen 5 actores, Ullman y Andersson, son las únicas en aparecer por más de un minuto en pantalla.  Las transiciones son sutiles y lentas, mas cuando es necesario, impactan. Ejemplo de esto, es la escena más memorable de esta obra, que se genera tras la repetición de aquella declaración de Alma hacia Elisabeth, después de encontrar la foto del hijo de esta última por segunda vez, llegando a un clímax que muchos directores han intentado e intentarán recrear.
Entonces sí, considero Persona un filme minimalista que cambió mi manera de ver cine y donde se cumple a cabalidad aquella frase famosa del maestro de la arquitectura moderna Ludwig Mies van der Rohe: “Menos es Más”.

Smayle A. Domínguez Robles