Desde su primera secuencia Ford v Ferrari nos inyecta pura adrenalina. Con el mismo vigor que esos pilotos pisan el acelerador así mismo aprieta el director James Mangold a la audiencia. Las gomas devorando asfalto y las revoluciones que hacen rugir a los motores son la combinación perfecta para dar vida a este tour de force. El filme apuesta por seducir a la audiencia desde los códigos del mainstream hollywoodense y lo logra. En el trayecto se conjugan actuaciones contundentes con una impecable realización.

El mundo de la velocidad siempre ha sido una fuente donde el cine cosecha historias. En su momento lo hizo Frankenheimer con su Grand Prix (1966). O una más cercana a la que nos atañe, Le Mans (1971) protagonizada por Steve McQueen. Y tal vez la más recordada por las nuevas generaciones, Rush (2013) de Ron Howard. La naturaleza misma del deporte se presta para que el cine nos haga soñar con historias trepidantes de ritmo suelto y cargadas de acción. De cuando en vez estos relatos se acoplan con dramas que trascienden las pistas y emanan películas destacables.

LE MANS 66

El circuito de la Sarthe en Le Mans, Francia es una de las catedrales del automovilismo. Desde el año 1923 esta pista es el escenario de “Las 24 Horas de Le Mans”, la carrera de resistencia más prestigiosa del mundo. El equipo de guionistas compuesto por Jez y John-Henry Butterworth y Jason Keller, como si se tratara de un equipo de pilotos para la propia carrera, diseñan una historia que se centra en la legendaria carrera de 1966. Ford v Ferrari nos sumerge en la batalla campal entre la emblemática casa Ferrari y el ícono norteamericano Ford por la supremacía en Le Mans.

Es justo cuando los carros pisan el asfalto que lo mejor de la historia aflora. El guión que se mantiene siempre transitando por los caminos seguros, sin arriesgar mucho o sin profundizar más de lo necesario en los motivos de los personajes, encuentra en los duelos sobre las pistas las curvas narrativas más interesantes que ofrece el filme.

Phedon Papamichael (Nebraska, Walk the Line) se encarga de que cada plano sea un deleite para la vista. Hay una belleza excepcional en las secuencias que llegan con el ocaso y de igual manera en las que nos presentan a esos bólidos desplazándose durante la noche. Ya sea en la grandeza que ofrecen los escenarios exteriores, en el frenesí de las carreras o en los momentos más íntimos, el lente de Papamichael siempre se muestra acertado. Las imágenes cobran sentido gracias a la estupenda edición del trío: Andrew Buckland, Michael McCusker y Dirk Westervelt. Habría que estar muerto para no sentir la sangre bombeando con una fuerza loca y las manos sudando sin parar, gracias a la forma como estos tres montan cada secuencia.

KEN MILES & CARROLL SHELBY

La pieza que sostiene toda la historia de Ford v Ferrari es la relación entre Ken Miles (Christian Bale) y Carroll Shelby (Matt Damon). El guión encuentra el oxígeno que necesita en el trasfondo que aportan las vidas de Shelby y Miles. Siendo todo un símbolo en el mundo de la alta velocidad el hombre detrás de la marca Cobra fue vital en las aspiraciones de Ford, mientras que Miles fue el hombre capaz de domar a la bestia conocida como Ford GT40 Mark II. Tal vez el filme de Mangold además de conjugar una buena dosis de ficción con algunos precisos detalles históricos, sirve para reposicionar la figura de Ken Miles. Dentro del mundo del automovilismo su nombre es sin dudas importante, pero para las masas es un desconocido. No así Shelby, quien será por siempre reverenciado como un prodigio dentro y fueras de las pistas.

“Hay un punto a 7,000 RPM donde todo se desvanece. La máquina se vuelve ingrávida. Simplemente desaparece. Todo lo que queda, un cuerpo moviéndose a través del espacio y el tiempo.”

Damon y Bale forman una dupla perfecta y la química en pantalla es la necesaria para hacer que esos personajes nos importen. Solo acariciamos la superficie de sus emociones y sus demonios pero esto se compensa con las dinámicas secuencias de acción y la elegante ejecución de los veteranos actores.

Ford v Ferrari

Escena de Ford v Ferrari (Google Images)

GANA EL DOMINGO VENDE EL LUNES

La verdadera historia que alimenta a Ford V Ferrari nació años antes de la ahora mítica Le Mans 66. La ambición de Henry Ford II, interpretado por Tracy Letts, lo llevó a generar ideas que le ayudaran a superar a su competidor General Motors. La historia ahora nos habla de un intento fallido de adquirir a una tambaleante Ferrari y  una posterior batalla de egos entre ambas marcas. Entre las estrategias de mercado que surgieron, la que más prevaleció fue la que ondeaba como slogan: “Gana el domingo y vende el lunes”. La premisa detrás de esta campaña era lograr hacer de Ford una marca reconocida en los circuitos de carreras para traducir eso en ventas en los concesionarios. La táctica probó ser muy efectiva a mediados del siglo 20.

Otro punto que aprovecha muy bien el director es el de definir la figura del antagonista. Enzo Ferrari (Remo Girone) pasa a ser el villano de esta historia y el choque de egos entre dos magnates resulta ser un elemento efectivo. Lo que comienza como una estrategia mercadológica termina por darle al mundo del deporte una de las mejores rivalidades de la historia.

JUAN CHARRASQUEADO

Hay una secuencia que desde ya incluiré en mis favoritas de todos los tiempos. Esto no tiene que ver con lo bien lograda que está o porque en ese momento los actores estén en su mejor punto. Si bien la escena que nos muestra a Miles y Shelby conversando en un restaurante tiene gran importancia en la estructura narrativa del filme, la razón es otra. Apenas podemos escuchar la música incidental en el fondo, el tema es “Juan Charrasqueado” interpretado por Antonio Aguilar.

En México Juan Charrasqueado tiene su propia historia y hasta es un personaje de películas, pero nunca imaginé que este tema podría acompañar una secuencia de este tipo. El momento crea una contradicción que termina por ser armoniosa y puede funcionar como un símil entre la popular figura mexicana y Ken Miles. Fortuito o no, para mí es un momento de magia pues esa canción me acerca enérgicamente a mi padre y con el encontré mí camino al cine.

En conjunto Ford v Ferrari es un película intensa, técnicamente impoluta pero que no se despega de las corrientes tradicionales del cine que buscan dejar a todos con una sonrisa. Por encima de esto el filme triunfa gracias a su perfecta ejecución y buenas actuaciones.

8/10