El pasado mes de Marzo el cardenal Philippe Barbarin, Arzobispo de la diócesis de Lyon en Francia, ofreció su renuncia luego de haber sido encontrado culpable de ocultar información sobre abuso sexual de un sacerdote de su distrito. Gracias a Dios del director francés François Ozon va sobre este escándalo que empezó por las denuncias en 2014 contra el reverendo Bernard Preynat. Desde los 70 y hasta principios de los 90 Preynat fue director de los Scouts en Lyon y durante ese período se estima que abusó sexualmente de más de una docena de niños.

En Diciembre 2018 Gracias a Dios tuvo su premier en Francia pero no fue ahora en Enero 2019 que inició su circuito de festivales y presentaciones comerciales.  Debutó ganando el Oso de Plata en Festival de Berlín y luego enfrentó una demanda de parte del propio reverendo Preynat, quien alegó que el estreno del filme iba en detrimento con su presunción de inocencia, pero la misma fue desestimada. La bola de nieve comenzó con una queja formal de una de las víctimas, al percatarse que el clérigo seguía oficiando misas y trabajando con niños. Lo que empezó como la cruzada de un hombre terminó convirtiéndose en una organización que aboga por los derechos de las víctimas de Preynat.

EL CASO PREYNAT

El guión del mismo François Ozon, se nos da primero con una narrativa epistolar. Alexandre Guérin (Melvil Poupaud) comienza a intercambiar correspondencias con los oficiales de la diócesis de Lyon al enterarse de que el padre Bernard Preynat (Bernard Verley) sigue activo como miembro de la iglesia. Esto remueve un viejo trauma de cuando fue abusado sexualmente por este sacerdote. Con un ir y venir de comunicaciones Ozon nos introduce a los protagonistas y prepara el ambiente para el primer encuentro, víctima-acusado lo que desencadena el intenso drama que propone el filme.

Un escándalo sexual dentro de la iglesia católica siempre será un tema para arropar primeras planas. Igual es seductor para adueñarse del argumento de cualquier filme. Pero al igual que en la magistral Doubt (2008), protagonizada por Philip Seymour Hoffman y Meryl Streep, aquí Ozon no se deja segar por el sensacionalismo y concibe una historia más íntima. La carga dramática la aporta la simpleza de las vidas de todos esos que se vieron afectados de manera directa o indirecta por las acciones del descarriado sacerdote.

Los personajes de Ozon son muy elocuentes aun cuando callan, los gestos cargan esos silencios de significado. Ese Bernard Verley haciendo de Preynat sólo hace unas pequeñas apariciones pero son momentos determinantes y su presencia es poderosa. El mundo de Gracias a Dios gira en torno a los efectos secundarios de este tipo de traumas, las familias fracturadas, las vidas laceradas. Todos los personajes arrastran un lastre del cual no se pueden liberar y que asoma hasta en lo más simple de su cotidianidad.

El caso Preynat desató la mayor crisis en la iglesia católica francesa y terminó destitución de un sacerdote y una condena civil de seis meses de cárcel para un ex cardenal. La batalla en los tribunales sigue y el sacerdote de 74 años aún aguarda su juicio, mientras que de su parte El ex cardenal Barbarin ha apelado su sentencia.

Gracias a Dios

Escena de Gracias a Dios (Google Images)

GRACIAS A DIOS

Las interpretaciones ayudan a que el discurso del director se mantenga firme de principio a fin. Pero hay secuencias que se alargan y que le quitan un poco de ritmo a la historia. La importancia del tema hace que el espectador se mantenga enfocado pero sin dudas unos minutos menos le hubieran procurado un mejor resultado. Es en ese peligroso silencio, con el que ciertas cúpulas de la iglesia católica manejan este tipo de casos, que Ozon encuentra un camino para poner sal en la herida. Pero sus mejores momentos llegan en esas secuencias más personales cuando los protagonistas tienen que contrastar su pasado con la actualidad de sus vidas.

«Gracias a Dios estos hechos ya prescribieron»

Durante una rueda de prensa el cardenal Barbarin expresa que Gracias a Dios los hechos por los que acusaba al sacerdote Preynat ya habían prescrito, insinuando que no podía iniciarse una acción legal. El director consigue en esa secuencia uno de los mejores momentos de la película, aquí se conjuga la complejidad legal del proceso con la parte humana del mismo.

Gracias a Dios es un filme honesto y que funciona muy bien como elemento de denuncia ante una realidad que ha sacudido los cimientos de la iglesia católica. La ficción sirve para poner sobre el tapete un tema que en muchas ocasiones se diluye en el ruido mediático que se genera por su misma naturaleza. Sin efectismos, más bien con una dosis de realidad pura.

8/10