Ojalá que la vida fuera como el cine. ¿O mejor que el cine siga imitando a la vida? Lo cierto es que esas realidades alternas que el cine nos regala resultan en ocasiones muy gratificantes. Con Jojo Rabbit el director Taika Waititi nos lleva a uno de los momentos más oscuros de la historia de la humanidad. Con un tono satírico nos posiciona justo en el punto de ebullición de la Segunda Guerra Mundial del lado de las fuerzas nazis. En ese universo alterno las precisiones históricas resultan irrelevantes y la ficción es un arma que sirve para construir una crítica sólida que se administra desde los ojos de un niño.

Sin reparar en correcciones políticas Jojo Rabbit es a la vez fresca y original. Pocas veces se ha tratado con un humor tan desenfadado un tema tan escabroso como el del holocausto. En la puesta en escena domina una paleta de colores vivos y una claridad que contrasta con lo oscuro del tema, pero que se adhiere a la perfección al tono de la historia. En el camino el filme nos regala unos de los mejores personajes infantiles que han llenado la gran pantalla y una de las más refinadas sátiras al personaje de Hitler.

EL MUNDO DE JOJO

El mundo de Jojo (Roman Griffin Davis) gira en torno a su sueño de convertirse en guardia personal de Adolf Hitler. Es tal su obsesión que su mejor amigo es una versión imaginaria del propio Hitler, su segundo mejor amigo es Yorki (Archie Yates). Estos dos pequeños de 10 años se aprestan a vivir una experiencia única en el campamento para jóvenes nazis bajo la dirección del capitán Klenzendorf (Sam Rockwell). Ambos están decididos a convertirse en el mejor ejemplo de soldado que pueda existir y Jojo encontrará la motivación necesaria gracias a su colega imaginario Adolf (Taika Waititi).

Las cosas no resultan como se planearon y un desafortunado accidente hace que Jojo tenga que regresar con su madre Rosie (Scarlett Johansson). Es en este punto donde el guión escrito por Waititi, tomando como referencia la novela de Christine Leunens “Caging Skies”, nos presenta el primer giro que sirve como el catalizador de la historia. Jojo prevalece como figura central pero es en el secreto que esconde su madre que reside la mayor fuerza del relato. Cuando Elsa (Thomasin McKenzie) entra en escena el nacionalismo de nuestro Jojo se sacude de forma abrupta.

Jojo Rabbit

Escena de Jojo Rabbit (Google Images)

HAIL JOJO

Desde  la primera secuencia el pequeño Roman Griffin Davis nos hechiza. Primero su monólogo y luego su dialogo con el Adolf de Taika Waititi. La simbiosis entre Jojo y Adolf aporta una química única al filme. Sus interacciones no solo desbordan calidad interpretativa sino que a la vez sus diálogos no desperdician ni una sola línea y siempre encuentran la forma de satirizar y parodiar a la figura del régimen nazi. Jojo tiene la capacidad de hacernos reír y en igual proporción puede hacer que las entrañas se nos revuelvan cuando alcanza sus ribetes más dramáticos.

La ingenuidad de este niño representa el infantilismo que debió llenar las cabezas de eso que gestaron tales atrocidades. Desde la inocencia se recrea la crudeza del momento histórico que le tocó vivir a nuestro Jojo, sus reflexiones se contrastan con la figura torpe del Hitler de Waititi. En el discurso del director se impone el discernimiento del niño por encima de las imbecilidades que nacen de la mente de su amigo imaginario.

Jojo Rabbit no se limita al círculo de la relación de Jojo con su Adolf sino que encuentra espacio para explorar otras capas. Scarlett Johansson como Rosie prueba ser puntual como figura materna y mentora de Jojo, su relación se construye con un buen arco dramático que desemboca con una de las secuencias más conmovedoras del filme. Otro eje que resulta fundamental es vínculo de Jojo y Elsa, en esta dinámica el primero madura emocionalmente y la segunda sana heridas emocionales. Cuando creemos que el filme lo ha entregado todo estos dos nos desarman con una secuencia final que es pura poesía cinematográfica.

AL ESTILO WAITITI

Ese cosmos de Jojo Rabbit que nace en la cabeza de Taika Waititi (Lo Que Hacemos en las Sombras, Thor: Ragnarok) tiene vida gracias a su propio genio y visión, pero llega a nuestros ojos primero por el trabajo de la dirección artística y segundo del diseño de producción. Esos lienzos nos rememoran a los sets de Wes Andersson y en específico podemos apuntar a su Moonrise Kingdom (2012). La cinematografía de Mihai Malaimare Jr. (The Master, A Walk Among the Tombstones) es impecable y para muestra podemos referir a a secuencia en cámara lenta que llega cerca del final, momento de antología donde el personaje de Jojo se ve forzado a despojarse de su inocencia. El universo sonoro de Michael Giacchino (Star Trek, Ratatouille) allana el camino para que cada fotograma encuentre la ruta para elevarse a su máxima potencia.

No sólo el score alimenta los latidos de Jojo Rabbit su soundtrack también se convierte en un personaje en sí mismo. Desde el tema de apertura, la versión en alemán del tema de los Beatles «I Want To Hold Your Hand», la música corre al tiempo que vemos imágenes de archivo de cientos de alemanes vitoreando a Hitler. Y hasta la tonada final con un cover de “Heroes” de David Bowie interpretado por The Ten Tenors, para acompañar el momento cumbre de Jojo y Elsa.

Jojo Rabbit es un viaje delirante que juzga de forma aguda los males del fascismo. Su esencia se encierra en ese niño ingenuo que abraza una ideología y luego la expulsa con todas sus fuerzas. El viaje termina con un epílogo perfecto:

Deja que todo te suceda

Belleza y terror

Solo continúa

Ningún sentimiento es definitivo.

(Rainer Maria Rilke)

 

9/10

https://www.youtube.com/watch?v=9LMCzMHq9aE