POR: HUGO PAGAN SOTO
El cineasta cubano Tomás Gutiérrez Alea marcó la historia del cine con su legado cinematográfico sus obras caracterizadas por su matiz político y su estilo contestatario  eran el puro reflejo de la expresión de la época, hoy en día sus obras mantienen ese vigor intacto. Aunque sus inicios en el cine se remontan a finales de los años 40 cuando hizo varios cortometrajes y documentales no fue sino hasta 1966 cuando con el filme «La Muerte de un Burócrata» plasmó su nombre de manera definitiva en los textos de cine. Años después su impacto sería confirmado con el filme «Memorias del Subdesarrollo».
Con «La Muerte de un Burócrata» Alea logra plasmar la desalentadora realidad del pueblo cubano envolviendo todo en un velo de comedia pero una comedia dura, contundente, satírica y sin lugar a dudas brillante. Para elevar su crítica el cineasta se vale de la historia de un ciudadano común y corriente que tiene que enfrentar las vicisitudes de un sistema gubernamental tras la muerte de su tío, todo para conseguir un documento que ayude a su recién enviudada tía a conseguir una pensión. Resulta asombroso como viviendo bajo las restricciones del sistema socialista el director logra burlarse de este sistema y sus normas.
Utilizando el personaje de Juanchín (Salvador Wood) el director nos encadena en una serie de situaciones que nos sumergen en la realidad burocrática de la oficinas gubernamentales cubanas, con una sagacidad impresionante logra dibujar cada uno de los personajes que representan los estereotipos de funcionarios públicos a la vez que demuestra la incapacidad e in-eficiencia de los procedimientos absurdos dentro de estas instituciones. El filme está impregnado de humor negro de principio a fin y aún cuando nos identificamos con la desdicha de su personaje central no podemos evitar lo hilarante que resulta ver a ese Juanchín enfrentar a un «monstruo» de siete cabezas.
Con esta obra a la vez que Gutiérrez Alea lanzaba un grito de sublevaciónmuerte1 también hacia a su vez un homenaje al cine mismo, pasando por Chaplin que lo vemos en esa secuencia inicial que emula a «Tiempos Modernos», también vemos detalles que nos recuerdan a Harold Lloyd, otros momentos nos hacen recordar a un Buñuel y a Bergman y así podemos ver como el director hacía sus guiños a todo ese cine que le precedió. Aun cuando podemos ver todo esto el elemento que se mantiene constante es el de el grito de rebelión, sus diálogos precisos siempre son como sal en la herida no se desperdicia el más mínimo detalle para lograr su objetivo.
No solo de un magnífico guión hace alarde esta película también a nivel técnico el filme se destaca, el trabajo de cámara es excepcional logrando siempre atinados encuadres y movimientos en cada una de las secuencias. La música es otro elemento que está muy bien manejado y los temas se insertan en perfecta coordinación con las imágenes. Sin lugar a dudas esta obra es uno de los mejores exponentes del cine Latinoamericano.
9/10
Ficha Técnica:

  • Dirección: Tomás Gutiérrez Alea.
  • Guión: Alfredo L. Del Cueto, Tomás Gutiérrez Alea.
  • Reparto: Salvador Wood, Silvia Planas, Manuel Estanillo.
  • Género: Comedia.
  • Duración: 85 min.
  • País: Cuba.


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