Por Hugo Pagán Soto

«Toda la vida es un acto de dejar ir, pero lo que más duele es no tomar un momento para decir adiós».

Ese preciso punto donde nuestros ojos no creen, donde nuestra mente no encuentra lógica, es ahí donde empieza la vida, es ahí donde miramos dentro de nosotros para descubrir que no hay nada más real que nuestro ser, pero no esa figura de carne y hueso que vemos en el espejo, no. Nos referimos a ese ser emocional, ese ser espiritual que a fuerza de todo prevalece siempre, pero que por desgracia pocas veces queremos encontrarle. Es así como en cierto modo que podemos explicar la experiencia emocional que ha sido «Life of Pi», esta obra del reconocido director Ang Lee nos plantea un viaje hacía lo más profundo del corazón humano.
Con una sorprendente historia Lee nos pone a todos en contacto con nosotros mismos, nos hace reflexionar, nos lanza al mar junto a ese «Pi» para que junto con él encontremos el verdadero significado de la vida y lo encontramos, de manera irónica, justo en medio de la nada. Abandonados en un desierto existencial no nos queda otra salida que escudriñar lo más profundo de nuestro ser para encontrar una salida, para no perdernos por siempre en el vacío.

Basándose en la novela de Yann Martel, David Magee nos regala un fabuloso guión que se mueve entre la fantasía y la realidad. Si tomamos su punto de partida podemos hacernos una idea de lo alucinante que llega a ser el relato de «Life of Pi», un joven que luego de un naufragio queda a la deriva acompañado en un bote salvavidas de un enorme tigre de bengala, podría sonar casi hasta absurdo pero no lo es. La analogía entre el joven y su peculiar compañero, en conjunto con las situaciones que los rodean se conjugan y cobran un sentido especial, todas las piezas encajan en su lugar de manera perfecta.
La soberbia dirección de Ang Lee no pierde el paso y durante 2 horas nos saca de nuestras vidas y nos lleva al lado de Pi y de su búsqueda, nos atrapa de tal manera que nos hacemos uno con el personaje, reímos con él, sufrimos con él y  nos encontramos cuando él se encuentra. Gracias a la espléndida fotografía de Claudio Miranda (El curioso caso de Benjamin Button) y la soberbia partitura Mychael Danna (Moneyball) el filme se convierte en una verdadera experiencia audio-visual, sumado a esto tenemos el muy buen uso del 3D que en este caso funciona a la perfección.
El filme nos muestra varias etapas de la vida de Pi desde su infancia hasta su vida de adulto, gracias a la excelente edición de Tim Squyres, que es un fiel compañero de Ang Lee, vamos del pasado al futuro y viceversa sin dar ni un paso en falso. El filme es un perfecto ejemplo de un correcto uso del flashback, el cual se convierte en el eje central para el desarrollo de la historia.
Suraj Sharma, quien debuta como actor, interpreta al joven Pi y lo hace de manera fabulosa, logra imprimir una fuerza dramática impresionante al personaje. Las secuencias posteriores al naufragio del barco, cuando el se encuentra solo con el imponente tigre y como poco a poco ambos se van compenetrando resultan verdaderamente impresionantes. La profundidad emocional y el verdadero significado de cauda una de esas escenas es asombroso, con cada acto de liberación, de desprendimiento, es cuando más se gana.
Life of Pi es la vida retratada en imágenes, es mirarse al espejo para reflexionar, es creer, es desprenderse para vivir, es encontrarse a un mismo, es preguntarse, ¿Con cuál historia te quedas?.
Calificación: 9/10
Ficha Técnica:

  • Dirección: Ang Lee.
  • Guión: David Magee, Yann Martel (novela).
  • Reparto: Suraj Sharma, Irrfhan Khan, Adil Hussain.
  • Género: Drama.
  • Duración: 127 min.
  • País: USA.
HPS