El título debió advertirme, LOVELESS así todo en mayúsculas. Es que una película que lleve por nombre “Sin Amor” y tenga por director a Adrey Zvyagintsev (tengo el ruso pulido por eso del mundial) sin dudas tiene que prepararnos para un viaje verdaderamente turbulento. Al señor Zvyagintsev lo conocí con su obra ELENA y ahora podemos confirmar que la presente es la cara opuesta de la moneda. El director ruso nueva vez nos arroja en el medio de un drama familiar pero en esta ocasión no tenemos a la madre abnegada que nos enseñó en la mencionada “Elena”, aquí en “Loveless” tenemos a unos padres despreocupados y ausentes. Son dos extremos que dañan cada uno a su manera.

Zhenya y Boris están en medio de una relación que no desean, ya no queda nada que salvar, ni siquiera su pequeño hijo Alyosha. En esa espiral de destrucción la primera víctima es el indefenso vástago. Tenemos solo diez minutos dentro del filme cuando nos llega una de esas secuencias que no se olvidan. Zhenya y Boris discuten acaloradamente, hablan de su hijo como un objeto más, la cámara los deja en medio de la sala, con su movimiento vamos descubriendo lentamente la silueta del niño que escucha en una habitación contigua y trata de reprimir su dolor, un sollozo brota pero sus manos lo reprimen. Es ahí donde sabemos quién es el verdadero perdedor en esta batalla.

Es en los detalles donde esta película nos demuestra su mayor fortaleza, antes de que la tragedia nos pegue en la cara tenemos secuencias cargadas con una cierta pasividad, una calma que se erige como el presagio de la tormenta. La cámara persigue al pequeño Alyosha mientras camina por un parque, juega con una rama, en un momento sube a un árbol y lanza la rama junto a una cinta plástica y observa como esta se queda colgada en lo más alto y se tambalea con el viento. ¿Será este el único recuerdo que quede sobre este mundo de Alyosha? Tal vez eso quiera decirnos el discurso de Zvyagintsev que se refuerza cuando nos adentramos en la búsqueda frenética de los padres una vez reconocen que su hijo ha desaparecido. Si bien encontrar al niño parece la prioridad lo que Zhenya y Boris anteponen, casi de forma inconsciente, son sus intenciones, sus anhelos, sus deseos y peor aún su deseo de que ese hijo no hubiera cambiado sus vidas para siempre.

Loveless nos sobrecoge no solo con el drama intenso que llega a proporciones inaguantables sino también con unas imágenes que plasman de manera brillante el ambiente desolador que rodea a la familia y a todos los que se embarcan en la búsqueda del niño perdido. Por momentos la cámara se asoma desde la ventana del apartamento y miramos desde la distancia como el mundo sigue su paso, como las familias van y vienen, como los niños juegan en la nieve, la tragedia luce tan pequeña, tan íntima que solo puede importarle a Boris y Zhenya…
Cuando el clímax ha pasado y nos aventuramos al cierre las esperanzas se secan y el mal sabor sabemos que se va a quedar ahí. Esto lo confirmamos cuando nos encontramos con nuestros protagonistas siguiendo sus vidas sin inmutarse por el pasado que les ha golpeado o tal vez les ha dado lo que siempre habían deseado…no lo sabemos.

9/10

HPS