LUMET FOUGHT THE LAW, AND THE LAW WON

Por Luis G. Jansen
El cine desde sus inicios ha caminado junto a la crítica social. Desde las primeras producciones cinematográficas de la historia ya se transmitían cuestionamientos sociales. De hecho, recientemente escuché en un conversatorio a la productora ganadora de un Oscar Cathy Schulman, explicar que una película no puede considerarse exitosa si no tiene un valor social.
Sidney Lumet, uno de los más grandes directores de la historia del cine, fue un gran crítico social. Dirigió películas como Network (1976), Dog Day Afternoon (1975), 12 Angry Men (1957), Serpico (1973) y The Veredict (1982), algunas consideradas obras maestras. En cada uno de sus filmes siempre realizó un profundo cuestionamiento al sistema.
Lumet quizás no era un renegado de su clase al estilo Haneke, pero si un defensor de su pensar. En sus trabajos dejó plasmada su posición en cuanto a segregación racial, exclusión de clases, marginación de los desprotegidos, entre otros temas. Sin embargo, la posición que estableció con más entusiasmo fue su mirada al sistema judicial norteamericano.
El director fue consistente a través de su obra al exponer su opinión sobre los tribunales gringos. En distintas ocasiones abordó la eterna interrogante de: ¿Qué es lo justo?, con su particular estilo que celebra la complejidad de la simpleza (o quizás la simpleza de la complejidad), y notablemente influenciado por el Realismo Italiano, Sidney Lumet sopesó la ambigüedad entre lo legal y lo justo.
Empezando por su ópera prima (para muchos su ópera  magna), 12 Angry MenThe 77th Annual Academy Awards - Deadline Room (1957), Lumet atacó la deshumanización del sistema de justicia y la manipulación del jurado. Este fue uno de los pareceres y críticas que expuso en muchas de sus obras a través de su filmografía.
Al menos cinco de sus filmes utilizan un caso de legal como hilo conductor, y en cada uno de ellos realiza un claro cuestionamiento al sistema judicial. Examinó en estas películas las peculiaridades de la ley desde el punto de vista del jurado, del acusado, de la fiscalía y del juez. Estudió profundamente la divergencia que existe entre la legalidad y la moralidad, en ocasiones colocando incluso al delincuente por encima de la justicia. Arremetió contra la corrupción, el abuso de poder y tráfico de influencias.
Quizás un abogado entienda mejor las denuncias sobre legalidad que realizó Lumet en sus trabajos, pero no tenemos que ser Letrados para observar que el hombre se estaba quejando, y continuamente.
Lumet entendía perfectamente que el compromiso de luchar por una sociedad mejor nos corresponde a todos y que el cuestionamiento es la chispa que enciende el cambio. Y, si bien un hombre no puede cambiar el mundo, el legado del director es de las ideas que empaña la desesperanza.

LGJ