“Tú das, das, y das. Nunca es suficiente.”

Mother es una especie de virus, virus cinematográfico. Cuando ese virus invade el organismo de un cinéfilo los efectos varían de un sujeto a otro y por ende las reacciones serán igual de diversas. Tal vez lo único que se puede afirmar de la más reciente cinta del director Darren Aronofsky es que no deja espacio al punto medio, no hay margen para el “regular” o para “más o menos”, aquí lo que mejor va es aquello de “ o la amas o la odias”. Y para dejarlo bien claro yo me quedo del lado del amor, ese que escasea en los personajes de esta Mother.

¿YO? YO SOY YO.

Aronofsky empieza con el pretexto del suspenso y con esa movida engancha, despertamos y sentimos el vacío y gritamos por eso que entendemos que nos va a llenar de confort…la realidad será otra. Encontramos en Mother a una serie de personajes que resultan arquetipos, metáforas en algunos casos. La madre, el hombre, la mujer, los hijos, cada uno correctamente dibujado.
El director nos atrapa al igual que al personaje de Jennifer Lawrence, a ella la confina a una casa de la que no puede salir y a nosotros nos mete en una historia de la cual por momentos no podemos salir, nos cuesta, nos asfixia, nos hace daño, pero no podemos dejarla. Nos vamos entrando más y más hasta entender que ese escritor al que Javier Bardem da vida, no es tal cosa sino más bien la simbología del ser humano, que los intrusos que van y vienen tampoco son lo que parecen ser. Aquí la casa es nuestro mundo y todos los elementos que Aronofsky introduce en su discurso son de una forma u otra los seres que drenan la vida de “nuestra casa”.
¿Yo? Yo soy yo. ¿Y tú? Tú eres casa. Es en esa frase donde encontramos la esencia de este filme, cuando la escuchamos todo hace sentido aun cuando las cosas no estén más claras.

ARONOFSKY EL LADRÓN

De Buñuel a Polanski, un poco de cada uno se roba Aronofsky para hacerlo y plantearlo a su manera. Y si miramos de cerca hasta un poco de Pasolini podemos agregar en esta mezcla. No vayan a pensar ahora que Mother es una especie de Frankenstein, para nada. Lo que sí podemos encontrar en ella son conexiones con obras como, “El Ángel Exterminador”, “Rosemary’s Baby” y “Teorema”.
Sin dudas el suspense y la tensión lo emula del desdichado bebé de Polanski pero a Buñuel le debe la mayor parte por el constante uso de las metáforas y las situaciones surrealistas. La religión y todo lo que esta conlleva lo empuja con Pasolini o al menos se monta es una forma similar de abordar el tema.
¡MADRE! Así con signos de exclamación y en mayúsculas fue como la pensó Aronofsky y es exactamente lo que resulta. Hasta se me antojaba a la salida de la sala gritar ¡MADRE MÍA!

8/10


HPS