Puntuación: 3 de 5.

Lo realmente escandaloso de Operación Varsity Blues (2021) no es el fraude que presenta. Lo realmente impactante es que el sistema establecido es casi igual de corrupto que la operación que por años manejó Rick Singer. Las grietas en el sistema y la codicia fueron los elementos principales para que un hombre pudiera burlar el sistema e insertar candidatos no aptos en las más prestigiosas universidades estadounidenses. Cuando el escándalo de los sobornos explotó 50 personas fueron procesadas a nivel penal.

El documental se apoya en la recreación de los hechos y en la figura de un Matthew Modine que encarna al infame Rick Singer. En el género documental la técnica de montar parte de la narración en un esquema de ficción es una apuesta arriesgada pues las actuaciones y la puesta en escena pueden bien restar fuerza al tema si no están a la altura. El director Chris Smith (The Yes Men, Collapse) se embarca en esas aguas y sin lograr algo destacable en el uso de la ficción para reproducir la realidad, logra mantener la historia a flote gracias a lo impactante de las revelaciones.

La puerta lateral

Se estima que entre 2011 y 2019 el método de la “puerta lateral” de Rick Singer ayudó a muchas familias adineradas a ingresar a sus hijos a las más prominentes universidades en Estados Unidos. En ese proceso se embolsilló unos 25 millones de dólares. Para entender como funcionada el esquema de la denominada puerta lateral debemos mirar al actual esquema de admisiones en las universidades en la tierra de Washington. La forma tradicional lleva a los candidatos a aplicar y tomar pruebas antes de ser considerados y luego en el proceso de selección final sólo una minoría serán aceptados, esta sería la puerta frontal. Luego tenemos la puerta trasera, una familia hace una jugosa donación a la institución educativa y esto en cierta forma les otorga cierta preferencia a sus hijos para lograr ser admitidos.

A grandes rasgos así funcionan las escuelas de la denominada “Ivy League” compuesta por ocho universidades privadas en las que se incluyen nombres como: Harvard, Princeton, Yale y Columbia. Distintos sistemas de puntuación clasifican estos centros tomando como referencia el prestigio por encima de el valor a nivel académico. Partiendo desde este punto ya el sistema presenta una grieta y cuando lo miramos más de cerca, el hecho de tener la muy conocida “puerta trasera” es suficiente para poner en tela de juicio el proceder administrativo.

Lo que el dinero puede comprar.

Donde realmente trasciende Operación Varsity Blues, es en articular de manera perfecta la red de sobornos que estableció Rick Singer en coordinación con miembros claves en las universidades. Aprovechando los programas deportivos de cada escuela, el habilidoso Singer pudo durante años, insertar jóvenes no calificados de las familias más adineradas de los Estados Unidos en las instituciones de más prestigios. La conexión con los directores de las distintas disciplinas deportivas que ofrecen cada uno de estos centros eran el punto primario para abrir la “puerta lateral” y ahí empezaba una subasta en la que el mejor postor garantizaba un puesto a su o sus vástagos.

Las entrevistas con conocidos y personas muy cercanas a la mente maestra de este entramado ofrecen detalles asombrosos. De manera puntual y acertada el director retrocede el calendario y nos muestra un poco de los orígenes de Singer y nos permite entender un poco mejor algunos de los factores que hicieron posible que esta figura prevaleciera por tanto tiempo. Aquí el fondo se impone a la forma, el guión y los hechos hacen que Operación Varsity Blues nos mantenga interesados de principio a fin y se sobrepone a una puesta en escena muy formal y poco arriesgada.