Todos los caminos conducen a ROMA. Este viejo proverbio parece estar muy de moda desde el pasado festival de Venecia donde el más reciente filme del mexicano Alfonso Cuarón se llevó el premio gordo, el muy codiciado León de Oro. Ahora recuerdo cuando en 2014 pude entrevistar a Carlos Cuarón, hermano del director. Carlos contaba como él y sus hermanos desde muy pequeños siempre estuvieron en contacto con el cine, en especial él y Alfonso. Entre sus muchas anécdotas recordaba como ellos dos tuvieron la oportunidad de educarse con Bergman, Fellini, Kurosawa, pero a la vez pudieron entrar en contacto con cintas muy comerciales como “Star Wars”. Pero a que viene todo esto de Carlos cuando el implicado en este caso es el otro sujeto, el responsable de: “Gravity”,“Children of Men”, “Y Tú mamá también”, solo por poner los nombres más sonoros de su filmografía. Pues viene porque con cada trazo de la sublime ROMA, con cada pedazo de esa infancia que vuelve al encuentro de su autor, puedo imaginarme a Carlos y a Alfonso por los pasillos de esa casa construyendo recuerdos que sirvieron para moldear la hoy aclamada cinta.

Cuarón le dedica ROMA a Libo (LiboriaRodríguez) la nana de la familia, esto solo para reafirmar que el viaje al pasado está dibujado entre lo biográfico y la ficción. Las líneas se hacen borrosas como pasaría con cualquier recuerdo. En el filme Es Cleo (Yalitza Aparicio) quien revive el personaje de Liboria, el hilo conductor y el catalizador de este impecable drama. El que viaja al pasado para encontrarse de nuevo en aquel México de principios de los 70 y en ese barrio de clase acomodada junto a sus hermanos, su madre, su padre y su abuela, es Cuarón pero él se queda en la periferia observando mientras es a Cleo quien le toca volver a hacer.Como su una vez no bastara a Cleo le toca repasar todo de nuevo mientras el director desempolva memorias. En ROMA Cuarón se enfila por los caminos del neorrealismoitaliano, un elenco compuesto en su mayoría por actores con muy poca experiencia o sin experiencia previa, una película rodada completamente en orden cronológico y la decisión de recrear las locaciones en los edificios dela época son solo algunos de los detalles que rememoran los filmes clásicos de ese movimiento tan determinante en la historia del cine.

Es imposible no pensar en Renoir y “La Regla del Juego” cuando Cuarón nos muestra toda la secuencia de la fiesta en la casa de vacaciones de la familia. Así como también me viene a la mente Truffaut y sus “400 Golpes” cuando nos enfrentamos al imponente mar en uno de los momentos claves de la película. Aquí estamos sin dudas ante la mejor versión del director que prueba ser autor con todas las de la ley. Firma su guion, hace su fotografía y participa de la edición. Aquí no vale eso de que el que mucho abarca poco aprieta, nada le queda grande. Se consagra como director a la vez que nos hipnotiza con una fotografía sobrecogedora que sirve para mostrar el fabuloso trabajo de diseño de producción de esta ROMA.

ROMA es poesía visual pero sus imágenes golpean sin piedad, del drama hilarante pasamos a la angustia, la tensión y el desaliento. Me faltó vientre para digerir la secuencia del hospital, quería apartar la vista de la pantalla, mis entrañas no daban para más. Debía saberlo,lo que el destino le tenía a Cleo había sido presagiado con ese pozuelo roto en la celebración de año nuevo y se reafirma minutos antes cuando Cuarón recrea la funesta mascare de Corpus Christi. Pero nada nos puede preparar para esos minutos de Cleo en la sala de parto.

ROMA es hoy el punto más alto en la carrera de un director brillante.

10/10