Un pie mecánico aplasta con una fuerza brutal un cráneo humano y lo hace polvo. Al otro lado de la pantalla un niño de 10 años se aterroriza, nunca había visto algo similar y tampoco se esperaba un inicio tan estremecedor. Terminator 2: El Juicio Final (1991) prevalecerá por siempre como una de las mejores películas de acción de la historia del cine. Fue en 1984 que James Cameron le entregó al mudo a su Exterminador. Arnold Schwarzenegger se vistió como el implacable robot del futuro que llegaba a nuestro presente con la misión de acabar con Sarah Connor (Linda Hamilton) y de paso sentó las bases definitivas para lo que sería su leyenda.

Ni esta Terminator: Dark Fate ni todas las cintas de la franquicia que han llegado después de 1991 han podido siquiera acercarse a la calidad de las pioneras. En mí memoria cinematográfica el segundo filme de la franquicia tiene un lugar muy privilegiado, esto por una nostalgia emocional. Siendo apenas un niño esas imágenes me desbordaron y ese efecto de la gran pantalla haciendo su magia es una sensación que solo la puede entender el que la ha vivido. A pesar de que presagiaba otro fracaso, algunas cosas en este nuevo proyecto no pintaban tan mal. Tim Miller (Deadpool) dirigía y David S. Goyer (The Dark Knight) estaba en el equipo creativo de guionistas, pero al final nos quedamos con otra película mediocre que se suma a la lista de desatinos de la franquicia de Termiantor.

LO QUE UN DÍA FUE NO SERÁ

Pueden olvidar todas las películas que Hollywood nos sirvió posterior a 1991. Esta retoma las cosas donde las dejamos 28 años atrás, nada de lo que pasó antes tiene relevancia para el universo de Dark Fate. Antes de ponernos en el contexto de la historia actual, el filme parpadea en el pasado para hablarnos de la suerte de Sarah Connor posterior a los eventos de El Juicio Final. Por fin el clan de los Connor puede descansar, ahora el objeto del deseo es Dani Ramos (Natalia Reyes), una humilde chica mexicana que no tiene idea de por qué una avanzada máquina del futuro quiere exterminarla. Por suerte para Dani no solo el REV-9 (Gabriel Luna) ha llegado del futuro, sino que también llega Grace (Mackenzie Davis), una especie de cyborg que tiene como misión protegerle.

Dark Fate

Gabriel Luna como el REV-9 (Google Images)

Terminator: Dark Fate persigue con todas sus fuerzas revivir la química que en su momento logaron Sarah Connor y el T-800, pero lo que un día fue no será. El antagonista no puede escapar de la sombra del personaje del T-1000 de Robert Patrick, pareciera que las ideas se secaron y la creatividad se fue de paseo. Ese REV-9 que ahora se nos vende como la máquina más letal es un calco barato de lo que vimos en 1991. Igual Linda Hamilton y Arnold Schwarzenegger, ambos son una presencia en pantalla sin alma y sin la personalidad que les definió en esos roles icónicos. Pero no todo recae sobre ellos, el guión es una serie de situaciones que se suceden sin procurar lógica alguna y que no se esfuerza por estructurar arcos dramáticos en los personajes.

Como filme de acción no logra tampoco trascender en esas secuencias de persecuciones o de peleas todo es copiar y pegar. Las imágenes se van agolpando y vamos reviviendo secuencias ya vistas. Poco es lo que puede ofrecer Tim Miller de la silla del director, nos hace sentir que estamos viendo una especie de destartalado remake de Terminator 2.

En resumen, Terminator: Dark Fate es un filme monótono que no funciona ni siquiera como homenaje al material original. A las nuevas generaciones les recomiendo que mejor visiten los filmes de 1984 y 1991.

4/10

https://www.youtube.com/watch?v=ggb5Pn-i25I