Es que no podía ser de otra manera, la bienvenida tenía que venir de uno del patio, de uno que tuviera en sus genes miel de maple o algo por el estilo. Videodrome del señor David Cronenberg se convirtió en el primer filme que pude disfrutar en suelo Canadiense. Y esto es como para seguir coleccionando anécdotas del cine en momentos cruciales de mí vida, pero no los voy a aburrir con eso. Mejor vamos a comentar un poco esta obra de un director ya consagrado pero que por aquellos años 80 todavía se estaba construyendo un nombre a base de un estilo my peculiar. Con el paso de los años Videodrome se ha convertido en un referencia en el cine de horror y en una película de culto. Lo visceral prevalece y la firma del director se hace sentir, aun cuando los años ya le han pasado es muy poco le que le afecta en términos visuales y su efectividad de cara a las avanzadas tecnologías de gráficos generados por computadora  sigue siendo muy buena.

Bajo la superficie de esta Videodrome encontramos una película que trasciende el mero entretenimiento típico del cine de horror. Nos topamos con una cinta que se adelanta a su época y nos confronta con una realidad que cada día se hace más cotidiana, los medios de comunicación masiva crean, dictan y controlan las acciones de conglomerados, la televisión sustituye la razón y el que tiene el control de estos medios controla el pensamiento. Ese Max Renn que interpreta muy bien James Woods que se nos presenta como un empresario voraz y sin escrúpulos termina por ser víctima de su propio juego, el cazador cazado. Su planta de televisión ofrece al público una programación cargada de sexo y violencia con el único fin de poder hacer competencia a cadenas de televisión más grandes. En esa desenfrenada carrera por encontrar una programa con más morbo Max desciende en una espiral que no parece tener fin y que cada vez compromete más su vida.

Como mencioné al inicio visualmente y aún para los estándares de hoy día Videodrome sigue impactando, es imposible no repasar una y otra vez la imagen del abdomen de Max Renn o la emblemática secuencia de la cabeza de nuestro protagonista siendo engullida por un aparato de televisión. Una pieza clave para que esa atmósfera de incertidumbre y horror gráfico funcione es la musicalización de Howard Shore, sin esa brillante composición esta película no sería la misma. 

Videodrome es un viaje al mejor estilo Cronenberg, un paseo alucinante y difícil de olvidar.

8/10


HPS