El director Trey Edward Shults estaba fuera de mí radar. Pero el ruido que ha causado su Waves en los distintos circuitos de festivales hizo que todas las miradas se voltearan hacia él. Su drama sobre una familia en los suburbios de Florida cala con fuerza y sus imágenes tienen la capacidad de fijarse en nuestra mente. El director se decide por narrar su historia desde una triple perspectiva, utilizando al resto de los personajes como puntos de pívot y catalizadores dentro de su discurso.

En un ejercicio de autor desarrolla su propio guión. Con el completo control de su obra nos lleva en un viaje cinematográfico de 2 horas y 15 minutos. Su técnica no se aferra a lo convencional y compone jugando con los elementos, sobre todo en las transiciones. La música marca el tiempo de la edición y complementa los sentimientos de los personajes. Siguiendo ese compás seduce a la audiencia para atraparla en lo más íntimo de esa familia que sentimos como si la conociéramos de siempre.

CON LA FUERZA DE UNA OLA

Ronald (Sterling K. Brown) es el padre exigente que reviste sus buenas intenciones con un carácter fuerte. El fin justifica los medios y estar a nivel del promedio no es suficiente para complacerle. Tyler (Kelvin Harrison Jr.) es su adorado hijo, en la cúspide de su adolescencia y con un futuro prometedor en su equipo de lucha greco-romana. Los éxitos de secundaria parecen ser la puerta para cosas aún mayores. Emily (Taylor Russell) es la hermana menor y una voz que casi no se deja sentir en la dinámica familiar. El núcleo lo completa Catharine (Renée Elise Goldsberry) la madre ejemplar que se entrega por completo a sus hijos y a su hogar.

Waves inicia con la fuerza de un torbellino, la cámara gira en ángulos de 360 grados, se desplaza de izquierda a derecha, reposa en los primeros planos y salta de forma súbita para sumergirnos en otra acción. El trabajo de Drew Daniels (Skin, Euphoria) sirve como un pincel para que el director dibuje sus personajes y los contextualice en el marco de la historia. En su primera mitad el ritmo nos agobia y desde la primera secuencia se presagia una tragedia y a pesar de que creemos estar preparados igual nos sacude con fuerza. En su segunda parte el filme se dicta desde una perspectiva más íntima que consigue intensidad en la fuerza de los diálogos y en el afán de sus personajes por recomponer sus vidas después de la tragedia.

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Kelvin Harrison Jr., Taylor Rusell y Sterling K. Brown y Renée Elise Goldsberry (Google Images)

LA MÚSICA DE LAS EMOCIONES

De lo más destacable es el trabajo de edición en donde el director también comparte créditos con Isaac Hagy (Atlanta). Las transiciones son un componente más para conectar a la audiencia con las interioridades de los personajes. Las combinaciones de música y color funcionan a la perfección, Trent Reznor y Atticus Ross (La Chica del Dragon Tatuado) logran una composición que evoluciona y se adapta a la montaña rusa de emociones. De igual forma Trey Edward Shults se decide por una combinación de formatos y pasamos de la pomposidad de lo anamórfico a la sencillez de un plano más cuadrado. Este es otro componente que el director conjuga para acoplarnos aún más con la difícil realidad de los protagonistas.

Las impecables actuaciones del tridente conformado por, Kelvin Harrison Jr., Taylor Rusell y Sterling K. Brown, son la fresa del pastel. En un tono menor tenemos a Renée Elise Goldsberry quien hace de la madre de la familia. Los tres primeros tienen roles que le permiten mayor histrionismo y por esto la balanza se inclina a su favor. La mejor radiografía nos llega temprano en el filme cuando luego de salir de la misa dominical la familia tiene un almuerzo. En esa secuencia en el restaurante, filmada en contraplano, los diálogos cotidianos nos dicen un mundo de cada uno de ellos.

Waves es una experiencia cinematográfica abrumadora que mira a una familia que se quiebra ante la adversidad y que busca recomponerse aun sin saber por dónde o cómo empezar.

9/10