Dentro la obra de Víctor Hugo El Hombre Que Ríe es una pieza esencial. Publicada en 1869 fue adaptada al cine por primera vez en 1928 con un guión de J. Grubb Alexander y bajo la dirección de Paul Leni. El compatriota de Víctor Hugo, Gérard Depardieu protagonizó otra adaptación de la obra en 2012. Conocido como “el maestro del horror gótico” la carrera de Paul Leni inició como director de arte y durante el período del expresionismo alemán su trabajo marcó tendencias. Para muchos historiadores la influencia de Leni incidió en directores como Einsenstein, como también en muchos directores del Hollywood de los 40 y 50.

La interpretación de Conrad Veidt ha hecho de El Hombre Que Ríe la película más renombrada de la carrera de Leni. El paso del tiempo ha posicionado esta obra del cine mudo como una película de referencia, sobre todo por su planteamiento de los arcos dramáticos y su innovación en el manejo del lenguaje cinematográfico. Lo que hoy conocemos como géneros cinematográficos comenzó en esos años donde el cine empezada a desarrollarse. Hoy podemos decir que el filme de Leni tenía la estructura argumental de un thriller y que en su desarrollo se adentra en el horror y el drama.

CONRAD VEIDT EL HOMBRE QUE RÍE

Al igual que en el manuscrito original en el filme tenemos a Gwynplaine, interpretado por Conrad Veidt, un hombre que carga una especie de maldición desde su infancia. Siendo apenas un niño Gwynplaine fue desfigurado y desde entonces su rostro presenta una eterna sonrisa. Se ha convertido en un espectáculo de circo y se la pasa viajando de pueblo en pueblo con Ursus (Cesare Gravina) y Dea (Mary Philbin), una joven ciega que años antes Gwynplaine había rescatado en medio de una tormenta de nieve.

Con el trasfondo de la Inglaterra del siglo 17 la obra nos dibuja el panorama de las monarquías. El rey Jaime II y su corte como parte esencial y luego las figuras en la sucesión al trono. Los giros dramáticos de la historia llegan cuando se revelan detalles importantes de la descendencia del rey y del lugar de Gwynplaine dentro de la familia real.

Ya Conrad Veidt se había inmortalizado en 1920 con su papel de Cesare en El Gabinete del Dr. Caligari. La también obra de referencia del cine de horror y del movimiento del expresionismo alemán marcó un punto de inflexión en el cine. La presencia del actor alemán en pantalla era imponente y su participación en más de cien películas lo consagró como un ícono del cine mudo y posteriormente de la época del cine sonoro. Su papel del Mayor Heinrich Strasse en Casablanca (1942) fue una de sus ultimas apariciones en la gran pantalla.

LUCHA DE CLASES

No solo Gwynplaine es un huérfano de los estratos más bajos de la sociedad, sino que también está marcado por su desfiguración facial. Un repudiado incluso entre los de su propia clase. El Hombre Que Ríe por momentos nos recuerda a esa Freaks (1932) de Tod Browning. Siendo esta anterior podríamos especular que Browning encontró inspiración para crear su mundo de rechazados y su circo andante.

El núcleo de la novela de Víctor Hugo es un planteamiento sobre la aristocracia y los plebeyos, su protagonista asciende desde lo más bajo hasta alcanzar un puesto en la corte real. Esta lucha de clases sabe recogerla bien el filme y el director maneja su discurso para insertar subtextos dentro de un drama con forma de thriller. Solo una ciega (Dea) corresponde a los sentimientos del deforme protagonista, para ella la sonrisa eterna es una bendición. Para el mundo el gesto imborrable de Gwynplaine es una condena.

Leni también aprovecha para esbozar una idea sobre como los mandatarios adormecen a la población con el pan y el circo. Las verbenas y las borracheras como bálsamo para la miseria y para permitirles regodearse en su opulencia. Las traiciones, infidelidades y fechorías todas olvidadas bajo la carpa del circo. Lejos del pesimismo de Víctor Hugo en la versión de celuloide Gwynplaine y Dea encuentran un final más esperanzador.

Este filme es actualmente de domino público y está disponible en internet.

8/10